MARIPOSAS EN EL ESTOMAGO

“Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”
Julio Cortázar.
…he pensado que quizás no sea tan necesario escribir sobre mis fotos, puede que ellas por si solas os cuenten una historia.
Es muy probable que no haga falta contar esos momentos previos, cuando comienzo a prepararlo todo… cuando la noche antes mi nevera se llena de flores para que se conserven bien fresquitas hasta la mañana, cuando con puntualidad inglesa calculo la hora exacta en la que la luz es la idónea…
Creo que no hace falta contar que en esos momentos me gusta estar sola, con toda la casa para mi, y que todo queda tan revuelto y desordenado como si se hubiese celebrado una fiesta…a excepción de ese rincón perfecto donde he dejado volar mi imaginación.
Tampoco hace mucha falta que sepáis que a veces, todo esto es tan difícil, tan difícil… que crees que nunca más vas a ser capaz de hacer algo que te ocasione de nuevo mariposas en el estómago…
Y como no… no voy a contaros que he llorado de felicidad y también de frustración por todo esto…y al final…solo muy al final he vuelto a darme cuenta de que las cosas que te desarman el corazón son las que permanecen contigo para siempre.















UN MANTEL PEQUEÑO

“Es un poco como cuando intentamos cubrir una mesa con un mantel pequeño: se estira de un lado, se arregla el otro, y un borde queda siempre afuera”
{Querida Mathilda, de Susanna Tamaro}.

Llevo meses sin escribir, quizás porque le exijo demasiado a las palabras o porque simplemente la desmotivación se ha sentado acomodada a mi lado.
Lo intento una y otra vez con fuerza y cuando he terminado un párrafo me parece que la primera frase no está correcta…o quizás es ese adjetivo que no termina de convencerme… la mina oscura del lápiz va gastándose sobre el papel amarillento, arrastrándose, cansada de saber que al final todo terminará en un borrón ilegible.
Y entonces miro mis fotos y pienso en qué momento decidí que escribirles sería maravilloso, porque tengo mucho por mostrar y ahora… poco que decir.
Me siento en el suelo de la terraza, en una de esas tardes en las que la luz podría alimentarte, repaso cada hoja nueva que aparece en los que hasta ahora, eran troncos aparentemente secos, poco a poco el sol, al bajar, comienza a cegarme, me obliga a cerrar los ojos y así pienso que no importa, que al fin y al cabo siempre habrá un motivo para escribir o un motivo para hacer clic y que esperaré hasta que ambos se pongan de acuerdo.

Me sorprendo al comprobar que después de todo, en mis fotos hay un mantel y además perfectamente colocado.