Aunque oficialmente aún no estemos en verano, el campo no entiende de fechas, se guía por instinto y solo han sido necesarios unos días de calor intenso para que un suave manto dorado lo cubra todo…
Las flores, desafiantes al tiempo, han comprobado su vida efímera, pagando un alto precio a cambio de unos pocos días de esplendor.
Pero no por ello la belleza desaparece, solo se transforma…
Aún cuando todo se seca y el interés por mirar se adormece, se puede descubrir que la naturaleza siempre está dispuesta a darnos un regalo…
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