“En lo profundo de sus raíces, todas
las flores mantienen su luz”
Theodore Roethke.
Amaneció un día
gris, con esa luz suave y tímida que apenas se filtra tras las cortinas, no
había planes de fotos, ni siquiera había flores en la nevera esperándome, ni en
un vaso improvisando un jarrón… estaba tranquila.
Y de repente me regalaron
un nenúfar, sólo uno. Durante buena parte de la mañana ambos jugamos al ratón y
al gato. Se cerraba y se abría al antojo de la luz del sol y lo hacía mucho más
rápido de lo que yo necesitaba, así era imposible…
Lo metí dentro de
un gran recipiente de cristal lleno de agua, casi pensaba en él como en un
pequeño pez amarillo y caprichoso que, escurridizo, se me escapaba de las manos.
No tuve la
oportunidad de fotografiarlo hasta el día siguiente cuando al levantarme por la
mañana lo encontré abierto y resplandeciendo para mí…
Había la misma luz
que el día anterior pero esta vez lo sorprendí pensando en sus raíces.
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