Lo reconozco, últimamente no puedo pensar en otra
cosa que no sean flores.
No veo el momento de que llegue el fin de semana
para bajar corriendo al mercado y volver con algún ramo…
Entonces llego a casa y revoluciono la cocina
buscando recipientes, jarrones, botes, vasos o cualquier cosa que me valga para
ponerlas dentro.
Después voy al salón y abro de par en par las
ventanas….la luz lo inunda todo, saco mi cámara y me coloco frente a las flores…
clic, clic, clic…y otra vez y otra y otra más…
Dicen que la única manera de multiplicar la
felicidad es compartiéndola, a mi solo se me ocurre una forma de ser aun más
feliz que aquella mañana rodeada de flores…y es mostrando el resultado.
¿Qué más se
le puede pedir a unos pocos ranúnculos purpuras y dorados dentro de una gran
concha blanca?