A veces menos es más,
e incluso, no contar con lo esperado y dejarte llevar, te conduce a un mundo
lleno de sorpresas…
Pasar el día en la
maravillosa ciudad de Cádiz sin mi objetivo fetiche, me hizo adaptarme al que
me quedaba y de su mano descubrí un
mundo más pequeño, un mundo casi oculto, intimo, lleno de matices y de grandes
regalos….
Paseando….. casi perdiéndome y buscando siempre el mar, llegué a un lugar donde los pájaros se bañan casi al amanecer y las estatuas se cubren de un manto de magia...., un lugar donde los gatos ronronean al sol mientras bailan alrededor de mi cámara …..y el agua, siempre presente, regala gotas de luz envolviendo todo lo que toca…..
Paseando….. casi perdiéndome y buscando siempre el mar, llegué a un lugar donde los pájaros se bañan casi al amanecer y las estatuas se cubren de un manto de magia...., un lugar donde los gatos ronronean al sol mientras bailan alrededor de mi cámara …..y el agua, siempre presente, regala gotas de luz envolviendo todo lo que toca…..
Yo, entusiasmada por
lo que veía, pensé que una vez más la vida me había sorprendido, porque de un
millón de veces que he visitado Cádiz, aquel día me lleve una parte que nunca
había visto, un trozo de su esencia que se destapó ante mi por casualidades del
destino…..