SIN VOLVER DEL TODO

-Te confieso que no tengo un instante sin pensar en ti, que cuando como y bebo tiene tu sabor, que la vida eres tú a todas horas y en todas partes.
-¿y ahora?
-Ahora nada, me basta con que lo sepas.
 {Del amor y otros demonios, Gabriel García Márquez}

Comencé este libro sentada en el alfeizar de una ventana entreabierta, desde la que podía ver las montañas más altas que he visto nunca, sin saber que en él, iba a encontrar las palabras exactas que describen mi amor hacia el bosque más profundo.
No quiero cerrar los ojos por miedo a que todo se borre, he dejado parte de mi alma en cada uno de los lugares que he acariciado con mi cámara, en el musgo suave y húmedo que cubre la roca, en los senderos que no conducen a ninguna parte, en el sol que me ciega mientras miro hacia la copa de cientos de arboles, en el silencio, en el sonido de las hojas al caer, en todo lo que me ha hecho casi llorar de felicidad.
Y he vuelto con la sensación de no volver del todo…




























ENTRE GRANADAS Y RECUERDOS


 Y de repente recordé tantas cosas…
Ven conmigo a coger granadas, le dije a mi hermana.
Había comenzado a anochecer y mientras subía a lo alto del árbol, las ramas afiladas me arañaban los brazos y me tiraban del pelo…
Y entonces los recuerdos llegaron para mirarme desde abajo.
“Más a la derecha….no esa no que está podrida, en aquella rama, en aquella esta la más gorda…, arriba, más arriba…, espera traeré un gancho para que puedas tirar de las ramas, así será más fácil…”.
Mi padre me habría dado todas estas instrucciones, habría buscado algo donde ir echando la fruta, me habría ayudado con la escalera y al final habría asegurado que en ningún otro lugar las iba a encontrar mejores…,Jara hubiese permanecido paciente a los pies del árbol, esperando a que yo volviese al suelo para saltar de alegría…
Por un momento volví a atrás en el tiempo, recuerdos intensos que ahora estoy empezando a soportar, ausencias que son una mezcla de dolor y felicidad.
Miré hacia abajo y vi a mi hermana ayudándome…y me di cuenta que a pesar de los cambios, todo permanecía en su lugar.

En cuanto las vi sobre la mesa supe que no solo eran frutas, eran un símbolo de un tiempo que aun sigue vivo, cogí mi cámara y le abrí la ventana a la magia.